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PRÓXIMAS PEGADAS Y EVENTOS

lunes, 31 de mayo de 2010

Conil con hilos
















Ovillo de cuerda y pinzitas en los chinos. Fotocopias a color en Ciber Zulema. Hermosa pegada en la plaza de conil (aunque durara un suspiro, al menos fuimos informados de que se la llevaron niños y mayores)
Pierdo el móvil cayéndome de culo en playa (autostop del diálogo interior). A cambio me llevo una motocicleta de juguete con una rueda oxidada, un afilapicos de gaviota y algunas conchitas (esas cosas que a mí me gustan).

Salomé, una francesa encantadora, sale de una maleta para traer la cultura a la calle, acompañada por música de Delicatessen, Pink Martini (?) y Camille, toca nuestro tendedero con su varita mágica y me saca al escenario junto a un tipo bonachón y de complexión bien distinta a la mía. Y se pone a volar. Salomé, por supuesto, no se fue sin un par de poemas nuestros.
Y además: un burro que quiere ser mi amigo y me quiso comer el dedo meñique en un descuido ¿Y una rosa que incuba huevos de golondrina?

sábado, 29 de mayo de 2010

Obrero de planetas,

como una fruta abierta

llega
mi corazón a tu silencio.


Felipe B.

viernes, 28 de mayo de 2010

Y toda esta poesía que nunca cabe en un poema

.
Y toda esta poesía que nunca cabe en un poema.

Roger Wolfe


No sé si esto va a funcionar

pero por una vez

confío en que es posible

encontrarnos

aquí

con toda esta poesía que nunca cabe en un poema.


La poesía es una pequeña excusa

para gritar gritar gritar


ahora ahora…

…y ahora escuchad


lo que dice la poesía

soy un puente

donde besáis

burbujas que no explotan

y no quiero ser poesía

sino el momento de abrazaros.


Toda esta poesía

no cabe en un poema,

decidme que me calle

porque es cierto:

no cabe en un poema.


Felipe B

Recordando Alanis



Nuevas fotos de Alanis para recordar. Aquel fue un día inolvidable. Gracias Leo.

Sucede

.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos, / con furia, con olvido, paso, / cruzo oficinas y tiendas de ortopedia, / y patios donde hay ropas colgadas de un alambre: / calzoncillos, toallas y camisas / que lloran lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda (de su poema sucede).

Sucede que me canso de ser hombre / sucede que me canso de mi piel y de mi cara / sucede que se me ha alegrado el día, coño / al ver al sol secándose en tu ventana tus bragas.

Extremoduro (de su canción sucede).


SUCEDE


Sucede agua en la boca

agua en la garganta

agua en el estómago

orina dulce

sucede un taller de almas que ríen doloridas

sucede que el amor cambia de cuerpo


y las pieles que mudan se siguen mirando si algo queda

sucede que al unísono, un niño y una niña, dicen

"ya que estamos aquí, vamos a disfrutarlo"

sucede que somos trenes

sucede soledad

sucede que a veces sucede demasiado pensamiento

sucede que hay palabras que besan el origen

suceden guerras que nos destrozan mentalmente

sucede el holocausto en un cenicero

sucede que seduce lo que acude

sucede el monstruo en cuentagotas

sucedes tú, chorro a presión

a veces sucede que, a pesar de mí mismo, sobrevivo

sucede que jugamos al chapolín con nuestros corazones-bola

sucede que albergamos a un tiempo

cimas centrífugas y vacíos centrípetos

sucede que no hay mar que por tierra no venga

sucede mi lámina adherida a tu tórculo

sucede un cuadro hermoso casi siempre torcido

suceden lo incompleto y lo imperfecto

suceden lo sereno y lo armonioso

sucede el paso

y aquí a veces, sólo a veces, sucede lo que no sucede.


Felipe B.

jueves, 27 de mayo de 2010

Sin título

.
En este lugar se reciclan pensamientos negativos

en dolorosas jornadas de conciencia desaprendida

en este lugar se profundiza para compadecer

para acompañar

para saber estar solo y así estar con gente

este es un lugar donde tú eres tú

donde nosotros somos nosotros

y donde las emociones florecen

en macetas trasplantables al mundo.



Felipe B.

martes, 25 de mayo de 2010

RAIZ

Lugar donde nacen los sueños con alas
la risa y el canto de mi sobrina
es el lugar donde el río se seca
para llorar por las hojas
y por donde pasea
la nostalgia del amor maduro que perdí
crece a la luna y a veces sus habitantes
se hacen los muertos para descubrir
lo que se siente al nacer día a día
donde la libertad no alimenta la soledad de la mujer
y vuelan los niños en sábanas rotas para ir al colegio
los hombres riegan con besos las flores que regalan
y el dinero es silbido al viento para intercambiar deseos
Si te pierdes
mira al suelo
los charcos reflejan los mapas escritos en sus estrellas

TRAMPA



Tengo que escribir
pero es imposible
te dije que ya lo tenía pero te mentí
tu amor no me arañó
lamento decirte
que olvidé antes de vivir
que el tiempo que compartimos
no fué suficiente
para escribir el poema de amor
que nunca sentí

obentraut strasse 9

cuando josefina murió tenía 84 años. no pude acercarme a su último cumpleaños, cuando andrés volvió a probar una magdalena después de unas décadas de abstinencia sin tomar un sólo dulce y el día en que francisca estrenó su nueva cadera de titanio bailando un pasodoble con diego, don diego de la hara, el único que presumía en la residencia de tener un lastre de sangre azul. había conseguido un trabajo de unas cuantas horas en una librería del centro, sólo por las tardes, así que me perdí cuando vistieron de princesa a josefina, con el traje con el que estuvo a punto de casarse, allá por los años cuarenta. siempre mantuvo el mismo tipito de señorita delgada y risueña, con pómulos marcados y cabellera delicada, como su piel, con tendencia a quedarse más cerca del chasis de su cuerpo que de estirarse a base de una agradecida y regular dosis de pucheros y cocidos. su boda, cuando ya había conseguido la plaza fija en una escuela de cádiz y esperaba a un crío, no llegó a celebrarse. su prometido se esfumó unas semanas antes, a américa, y jamás supo que luis, a los pocos meses de nacer, se volvió con dios, como decía josefina, que miraba al suelo y guardaba silencio unos minutos, hasta que me preguntaba una vez más qué día es hoy y quién era yo. así era su memoria, aterrizaba y despegaba, se encendía y se apagaba, describía con exactitud de cinematógrafo su infancia en el norte de áfrica, en larache, o sus paseos en bici cuando la ingresaron en un internado de inglaterra, cerca de londres, para luego largarse como el rastro de humo de un fósforo, hasta que algún detalle, algún descuido proporcionado por la rutina, volvía a darle al interruptor de las luces en el desordenado camerino de su cabeza. nunca se enamoró de nuevo, aunque andrés, en la residencia, no dejaba de tirarle los tejos, pero ella decía que no le gustaba, que corría como un loco cuando se subía a su silla de ruedas eléctrica. en el álbum de recuerdos de josefina no apareció nadie más. se entregó por completo a la enseñanza, a los niños, a los que amaba con pasión como si todos fuesen luises o luisas, como si pudiera llenar con ellos aquel hueco vacío que se le quedó en el pecho. luego vino el incendio en casa y la compasión de una sobrina cuando la cabeza de josefina apenas salía de las tinieblas. la visitaba todos los martes, por la mañana, un día antes de nuestros paseos. ella me hablaba en blanco y negro y yo le pintaba a duras penas el presente, sus adelantos tecnológicos y sus atrasos en urbanidad, a modo de portada de periódico, como la de aquellos que guardamos sin saber por qué, ya amarillentos, en la estantería, con el tiempo detenido en sus entrañas.

javier m.

lunes, 24 de mayo de 2010

Reencuentro

.
Después de muchos años


lo sacas de la estantería

lo sopesas nostálgico

le acaricias el lomo


lo abres con delicadeza

sonríes levemente

tu cara es dulzura

huele a la arena del sueño de tu primer amor

ya son trazos ilegibles de palabras gastadas

Pero tú lo entiendes

Lo entiendes.

Te lo sabes de rotunda presencia

Te lo sabes de olvido.




Felipe B.

Crónica del domingo

Ocurre que los divorcios

insuflan ideas disparatadas

en los demandantes.

Mi hermano

en vez de matar a nadie

compró un balón de baloncesto.

Un domingo por la tarde

nos citó para jugar

en el ocaso de una resaca.

Por esa época

no éramos socios de ningún club

y no teníamos dinero ni espacio

para comprar una cancha.

Así que mi otro hermano dijo:

-Saltemos la valla de mi antiguo instituto.

Aunque éramos más altos y gordos

parecía que la valla del instituto

había crecido también.

Pero mi hermano-el otro- dijo:

-Les enseñaré cómo.

De repente sin saber cómo

estábamos los tres

en lo alto de una valla

alta y gorda

paralizados por la risa.

Y allí estaba mi hermano –el divorciado-

con su divorcio, su hipoteca,

su niña pequeña

su fin de mes

y sus ciento cinco kilos de carcajadas.

Y allí estaba mi hermano –el otro-

con su explosiva adolescencia

cabalgándole las sienes

su delincuencia juvenil

y su cuerpo fibroso temblando.

Y allí estaba yo

con mi aliento de nostalgia

mis billetes de lotería en la basura

mis poemas inconclusos

y mis ochenta kilos llorando de alegría.

Y la vida de repente

era una valla alta y gorda

que te atrapa

y sin embargo

maravillosa.

sábado, 22 de mayo de 2010

Agua...

Cuando deshago en miles de saltos

este agua con radiantes chapoteos

completamente larga y sin lengua

se multiplica en cuerpos repentinos

tan plena de distancia placentera

se acomoda en intuitivas trayectorias

ahoga mi sed con estos desahogos

y en una paz intacta

regresa de frente al sigue siendo

por algún camino.



Felipe B.

viernes, 21 de mayo de 2010

Desde mi garganta azul


No reserves la vida

a fantasías y fantasmas

-ya tuviste bastante de eso-,

recibe las flores

que caen sobre tus brazos

suavemente


a lo largo del camino,

abraza árboles gigantes

y levanta el agua

para darles de beber,

respira hondo y crece

hacia el cielo

-sea lo que sea el cielo-,

conoce tus límites, no compitas,

transfórmate en amor

y persevera en verso libre.


Felipe B.

jueves, 20 de mayo de 2010

Prosodema cárnico

.
Túmbate en la cama, dobla las rodillas, apoya el cuaderno en tus cuádriceps y empieza a escribir. Desanímate pronto. Piensa que un poeta como tú no es capaz de estructurar un relato. Relee lo escrito he intenta continuar. Repliégate en tu caja torácica, da golpes de latidos arrítmicos. Angústiate. Suspira: deseas esconderte bajo tu ombligo. Prosigue. Inventa un argumento. No lo tienes. No me dejes a mí el peso narrativo. Diviértete. No aburras a la gente. Respeta su inteligencia. Cree sinceramente que esto merece el esfuerzo…

Llevo dentro a tantos escritores… (sigue, vas bien, estoy entre paréntesis…) ¿Quiénes somos? (Tú y yo somos uno, no puedes engañarme) ¿Quién eres? (Soy tú sin mí. Ficción real: lo que yo quiera.) Quiero dejar de hablar. Quiero empezar. Quiero decir. (¡Eso es! ¡Saca tu poeta y disfruta!)

Mis argumentos no tienen, en principio, un orden: los dejo fluir, como si fueran sangre. Ya se ordenarán cuando me ordene. No debería preocuparme. Estoy lleno de frases sueltas. No me concentro en nada. No tengo perspectivas, tengo sueños. Escribir me parece el menor de los errores. Con caótica disciplina me siento a escribir algo, noche sí día no. Intento completar ausencias imaginando respiraciones satisfechas. Hoy escribo esto y aunque existe una cronología siempre que escribo no sé dónde situar lo escrito. Siento que está deslavazado, que está cojo, que no es definitivo, que no dice nada, pero en el fondo sé que nuevamente construyo un fragmento connotativo de quién soy ahora mismo. Esta ficción es pura y vale más que lo que hay. He de probar cualquier cosa, escribir de corrido, escribir corrigiendo. Estoy lleno de saltos y lagunas. No aprendo a organizarme. De todas las cosas que me gustaría hacer la única que hago es escribir. No es poco pero es insuficiente. Me gustaría ser un deportista bohemio ¿Acaso tengo que explicar lo que eso significa?

Me abro el pecho y me inclino hacia delante: diez libros caen de la estantería de mis costillas. Las palabras están de mudanza (¡Dispárate, motívate!) Se me ha roto un espejo de tildes. Siento ser tan disperso (¡No te culpes! ¡Avanza!) ¿Dónde estoy ahora? ¿Dónde soy? (¡Sí señor, peléate contigo!) ¡Asume que no puedes escribirlo todo pero también que todo puedes escribirlo! ¿Qué más te da? No te exijas tanto. Sé imperfecto. Salta al siguiente párrafo. (Lo estás deseando.)

Estoy en mi casa. Me siento calle. Me siento gente. Siento una mala máscara de insípidas palabras. Bailo con la intensa fiebre de estar vivo. Muero con tu placer. Sufro los efectos de este afrodisíaco venenoso. Tengo ganas de llorar. Podría escribir un libro sobre las cosas que tengo entre los dientes. Nunca he estado tan cerca de la muerte como cuando nací. Se me duermen los libros en los brazos. Me levanto buscando la puerta todas las noches, palpando las paredes a tientas, pero no hay puerta. Nunca hay puerta. Tengo miedo de que no me dejen entrar en mi propia cárcel. Soy un vagabundo mental. Escribo un poema diario. Escupo demencias semánticas, desconciertos conceptuales, devaneos en rodajas despellejadas, dispersiones soldadas de acero, tachones con colmillos, pentagramas de calima. Describo esquirlas en la plenitud de la vida que no está a mi alcance. La noche se contempla, se contenta, se complementa y se completa contigo. Tengo ganas de llorar.

Procuro unir parejas para entender el mundo, para intentar construir mi propio criterio íntimo. Parejas de cosas. Un aire de llanto tan lento como un siglo de sueños resumido en una tormenta de verano. El trueno nos asusta porque nos recuerda la absurda mentira que vivimos. He dejado el retrete salpicado de frases y no puedo tirar de la cisterna. Mi vida de nada se inunda. Ya no sé qué escribir. Siento que las palabras que agrupo no tienen valor ni para mí ni para nadie. Voy a escribir poemas en los listones de madera de las persianas.

Las palomas beben de los charcos. Las moscas están tontas. Hay entidades
bancarias por todas las esquinas. Tiendas. Cabinas. Risas. No sé si la catedral llora o ríe.
Esta luz me gusta. No entiendo la ciudad, me falta verde, me sobran casas, me sobran coches. No entiendo la ciudad. A los lobos de zoológico no les brilla el pelaje. Somos animales en nuestro propio zoológico, nos exhibimos a nosotros mismos, contentos de nuestra euforia triste.

Con trémula fijeza mantengo mi mirada sobre un párrafo. No logro leer ni una sola frase seguida entendiendo lo que leo. No puedo concentrarme. Estoy así un rato, bailando entre hormigas con cuidado de no pisarlas, hasta que me doy cuenta: mi mente intenta volar hacia alguno de los fugaces, desordenados e indefinidos pensamientos que me invaden impidiéndome asimilar estas palabras que se desenfocan y desaparecen ante mis ojos. Casi sin proponérmelo, movido por una necesidad igual de impuesta que la vida misma, como poseído por una especie de inercia estúpida, estoy trabajando. Sí, trabajo en un párrafo, un párrafo efímero, escaso, tímido, un párrafo pequeño, sí, pero un párrafo dicho, un párrafo surgido de la imposibilidad de leer… o de la posibilidad de escribir. Describir con palabras la impotencia es, sin duda, un acto de considerable potencia.

Me pregunto qué es lo que ha quedado de mis antiguos juguetes y sólo puedo decir esto: un inquietante muñeco que me hace aterradoras muecas desde las oscuras esquinas de mi infancia y un embarazoso rompecabezas para adultos que me hunde en el desánimo; armatostes de miedo difuso, trastos de infinita e incómoda tristeza. Lo que yo quiero es bien distinto, lo que yo quiero es concentrarme en una distracción sin fin, vivir embriagado noche y día en un carnaval eterno; jugar, aprender a hablar claro. No obstante, mi sacro instinto derrama sin descanso su venerable llanto sobre los umbrales de las veredas de los sueños de asfalto y es que, a veces, tengo la impresión de que lo que escribo se vuelve contra mí y sin embargo me digo: “Escribe. No importa que no sepas cómo hacerlo, no importa que no sepas qué decir: hazlo, dilo todo, acepta que tu base es una anarquía desconcertada, desubicada, desquiciada, incompleta, malformada y caótica (ya pondrás orden en todo eso.) Responde a la llamada de la tentativa, considera el irresistible reclamo de la posibilidad. Date una tregua de reflexión fértil. Avanza. Esfuérzate y disfruta. No tengas miedo. No te importe escarbar en tu pasado, no te importe que otros hayan dicho –antes, después o al mismo tiempo- lo mismo que tú: esta es tu tentativa. Las cosas se hacen entre todos y para todos. No te importe equivocarte, no te fustigues más, no eches la culpa al otro, pero tampoco te la eches a ti mismo. Eres responsable, no culpable. No te exijas tanto, sé imperfecto pero sé, es un paso correcto. Sé como quieres ser, haz lo que quieras hacer. No te importe ser desordenado.

Me pregunto quién soy y se me ocurre que soy un suburbio de besos al vacío, un poeta ofendido que rumia palabras desasosegadas. Estoy bailando un tango con mi memoria. Me pregunto si todo lo que hacemos tendrá algo que ver con nosotros. Hay días en los que lo afirmaría desmotivado y hay otros días en cambio en los que lo negaría con absoluta rotundidad.
Quiero vivir con el tiempo desconectado. No me gusta este traje de actualidad prestado. ¿Cómo no voy a tener miedo si me han hablado tanto? Aún no me habían enseñado a hablar y ya tenía cosas que decir.

A veces no pienso en otra cosa que no sea un poema. Escribo frases a veces lacónicas, siempre surcos donde amasar versos dispersos, fisuras sin fronteras (este párrafo en realidad es la migaja de un poema inconcluso.)

Necesito otra dosis para pasar de la ensoñación al acecho, para no caer enfermo por ausencia de fiesta, para afrontar lo formidable de la vida necesito, de vez en cuando, otra dosis para compaginar las turbulencias de mi intuición poética, para lanzar muy lejos aquellas flechas de mi infancia que aún siguen en mi espalda.

Lo tengo todo escrito. Me contradigo. No me extraña. Canto derrota en papeles con pupilas. Fumo tabaco de pensar (fumar me hace más humo.) Tengo un loco que clasifica nubes para sobrevivir. Lo que pasa no es el tiempo. La eternidad es una engreída indiferente. Nada de lo que escribo me pertenece. Me dedico a estar aquí. Te miro y te quito el precio porque te quiero literal y literariamente. Adulto no es antónimo de niño. Desdeño los diccionarios. La palabra es un viaje de luz, una nostalgia posible y no una triste caja con resorte de la que salen palabras como ofertas de supermercado. Me horroriza una permanencia insulsa y confío ciegamente en que esta neurosis obsesiva se torne saludable y rubicunda. Me da pavor el cambio que me anima. Lo poco que es necesario saber se sabe sin querer. Otras veces simplemente no escribo pero eso aquí no cuenta como vida.

Dispongo de un extenso repertorio de frases sueltas listas para ser insertadas en el entramado que me espera. No me soportaría a mí mismo si escribiera sobre asuntos de los que nada sé o en los que ni yo mismo creyera. He empezado media docena de libros, he escrito centenares de comienzos prometedores y he tenido algunas ideas competentes, eso es todo; el resto está por hacer (como un gato que ha aprendido a abrir el frigorífico.) En cada comienzo subyace una historia. Aquí mismo, entre estas líneas, en las líneas mismas, late ya una; sólo me haría falta seguirla. Y si de esa continuidad resulta una amalgama de mi propio proceso de escritura, pues así voy a escribirlo.

“Esta vez será diferente”, le dijo. Él contestó con un simbólico redoble de tambor, confió en el color blanco y hundió allí todas las perspectivas posibles de las que disponía en aquel momento y comenzó a desfilar la cabalgata de palabras: pasó un avión como la piedra arrastrada de una pirámide. Levantó la tapa de la cafetera y se alegró de que aquellos borbotones hirvientes no fueran de petróleo. No quería pensar que aquella tarde sólo hacía frío en sus manos pero lo pensó, y lo sintió. Hay gente en mis pulmones celebrando una fiesta, les echo humo pero no logro que se vayan, la banda sonora de trompetas se extiende, llega al corazón y me eriza los ojos. No me gusta el silencio pero detesto aún más a la gente que habla y habla sólo para escucharse. Aprieto demasiado los dientes, aprieto demasiado los dedos, mis huesos no tienen tensión, mis ojos se visten de largo como la noche y se prueban camisetas de todos los olores: unas les quedan como el culo, otras como el mar, todas bien; no es absurdo el absurdo, ni ridículo. Echo de menos mear borracho sobre las olas a las tres y media de la mañana y saludar a la medusa que mastico –sin riesgo ni relajo- cada vez que –en esta tesitura de acercamiento marítimo- me da por intercalar miradas a la luna que está llena de espermatozoides brillantes pero muertos, vivos pero atrapados en una circunferencia déspota y caprichosa. Las paredes no hablan, las paredes no oyen, las paredes te comen si te las quedas mirando cierto tiempo, las paredes pueden cerrarse más de lo que crees. Me llevo las manos al grito por sentir cómo vibra. Descascarillo un poco el desconchón del techo y asoma la punta de una bota que se acaba escurriendo y cae como parida sin esfuerzo sobre un tachón de años azul marino. El cielo hoy tiene una joroba que me ayuda a mantener la frente en pie. Tres puntos de luz (¿Tres por qué?): uno en la yema del dedo índice, un segundo punto en el hueso que está encima de los ojos (no sé cómo se llama) y el tercer punto puede aparecer por cualquier sitio: ahora viaja a través del interior de mis cables. Nunca pensé que un bostezo pudiera aglutinar dos siglos de aventura y rutina. Las cucarachas son como agujeros negros. Tu belleza está hecha de escamas de un dragón que desconoce el espejismo. No me quedo contento con tu risa, tienes nidos de odio en la cara. No te preocupes por ella, sabrá llegar a la otra casa. No me abrumes, trabajo para mí ¿Qué hace la gente? Yo me asfixio (porque sé lo que es respirar hondo y tragarse la ciudad). Cuando tenga mi casa la llenaré de cosas y pintaré encima. Algún hijoputa en su día me robó los muelles del abrazo y ahora aprieto demasiado. Lo que menos me gusta de lo que nos han enseñado es el cómo lo han hecho, lo que más: tener que desaprenderlo todo (en eso paso la vida).

Antes de quedarme sin escribir por falta de ideas prefiero tomar nota de todo. Me trae sin cuidado si lo que escribo ha ocurrido o no, me limito a escribir. Garantizo mi estado con palabras, en ellas me recorto y me localizo. Ahora estoy arrugando un cucurucho de papel lleno de colillas. Lo arrojo a la papelera. La papelera está a rebosar y parece un enorme paquete de palomitas con corazón de ceniza, un enorme paquete de pestilentes palomitas, un puñado de palomitas sin sal en cuyo interior hay sólo ideas desechas.

La luz del flexo me hace daño en los ojos. El sistema de ventilación del ordenador portátil es uno de los pocos ruidos que escucho. Cuando miro fijamente la bombilla, desnuda de mí, me parece una luna quieta y loca que se ríe y si la miro de soslayo me insulta fanfarrona y temible como una mosca gorda y blanca que picara mil veces (siempre de noche y suavemente) debajo de los párpados. Quizás sabe que escribo sobre ella. Algunos insectos trazan hilos de luz con sus cuerpos como estrellas fugaces borrachas y se pasean por las letras de las hojas y los libros que encuentran desperdigados encima de la mesa.

Me he cansado de medir mis palabras y he decidido que a partir de ahora no tendré el más mínimo cuidado con lo que escriba. No pienso esmerarme en absoluto. Voy a resultar espantoso, provocaré la molestia, el bostezo y la indiferencia en el lector y lo haré porque sólo voy a hablar de mí, de mi angustia, de mi soledad y de mi miedo. Lo siento mucho pero ya me he cansado de medir mis palabras.

(Túmbate en la cama, dobla las rodillas, apoya el cuaderno en tus cuádriceps y empieza a escribir).

martes, 18 de mayo de 2010

Incómodos como dos lagartos de Komodo

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Incómodos como dos lagartos de Komodo

sobre la banquisa del océano Ártico


como dos mocos secos alojados -y alejados-

(uno en cada orificio)


Felipe B.

domingo, 16 de mayo de 2010

Disueño

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Disueño es un lugar donde el tiempo no existe

y donde sin embargo todo es cuestión de tiempo.

Lo que ocurre es que aquí hay gente

que se embadurna de arcoíris

y se besa y se abraza con el alma en la boca

gente que se derrama

y se arroja al abismo sobre un puente que vibra

linda gente que teje amables tramas

gente que hace la digestión del mundo

con la mandíbula en las manos.


Felipe B.

Fotos feriantes







A la espera de fotos de la bonica pegada hecha en el corner del ayuntamiento, aquí un pellizco de la caseta de la fuga que amablemente nos acogió durante cerca de hora y media.

liesen strasse 223

el 24 era el autobús más lento de toda la flota. no sólo porque su recorrido desconfiaba de los renglones excesivamente rectos hacia el centro de la ciudad, además los cacharros más viejos se jubilaban en esta línea, algo así como un cementerio de elefantes locomotores . a las 7.45 horas, por tanto, mientras alcanzaba un huequecito en el fondo junto a la puerta de salida, a compás de párkinson, siempre terminaba de hacer la digestión de un café y una tostada bien quemada con mantequilla. fue en ese preciso momento, al repasar si me había dejado algo encendido en casa, cuando una chica pelirroja, con aire de maureen o'hara, también pecosa, antes de bajarse en la parada de nervión, me dijo que le encantaba mi húmero. de repente dejé que mi cuchitril pudiera seguir ardiendo en mi cabeza para seguirla con la mirada mientras, palpando con la mano libre el cuerpo, adivinaba dónde diablos podría encontrarse el húmero. debía de ser estudiante de medicina, pensé, aunque no tenía por qué, volví a pensar al instante siguiente. de cualquier forma aquella noche dormí con un volumen de anatomía humana bajo la almohada y algunas palabrejas como olécranon, trocánter mayor o cresta ilíaca en la memoria por si volvía a tropezármela y me daba tiempo a desenfundar algún piropo huesudo. pero la rutina amanecía exacta cada mañana, el 24 seguía llegando impuntual, las tostadas quemándoseme, el fondo del autobús vacío de pecas. esperé un tiempo. un poco más de tiempo aún. y no conseguía olvidarla. era entrar por las escaleras, picar el bonobús y echar un vistazo fugaz hacia el tumulto que se apretujaba ojeroso y cabizbajo por el pasillo, cada cual en sus pensamientos, cada cual incapaz de contener tantos impulsos acumulados en forma de imágenes y palabras con recuerdos, voces, deseos y malditos pasos que no fuimos capaces de dar en el momento adecuado. todo junto y revuelto. todo junto y a la vez separado de la realidad, ahora que la realidad no vuelve como la imaginamos. así, con descuido, con descuido de pasajero, empecé a mirar por la ventanilla el reflejo de las luces que despertaban. y así, como esas manchas de colores que se forman cuando la velocidad confunde los objetos estáticos, fui perdiendo a la chica que se enamoró de mi húmero, a ritmo de 24, desde el fondo del autobús, parada a parada.


javier m.

viernes, 14 de mayo de 2010

Adelanto de la firma de cambia con el sol en la feria del libro

Mi amigo Manolo (que pronto esparcirá nuestros poemas en su largo periplo de 37 etapas por el camino de santiago) se me acercó esta tarde-noche con un papel... alguien se lo había dado para mí hacía un momento, era un poema de un tal Jose María Fedriani (de su libro Claves de vida). Quise pegarlo junto al resto de poemas de la existosa pegada de hoy pero Manolo me dijo que era para mí. El poema es este:

Sigue.
Avanza más y más:
si te paras
no llegarás al final.

No te quedes
donde ya estás,
en ese lugar al que llegaste
y te gustó.

Avanza...
Más adelante
es aún mejor.

¿O es que no tienes la experiencia
de que, cada vez,
tras cada puerta que abres
hay un lugar mejor?

Avanza sin temor:
coge de la mano a la esperanza
y dile
¡Vamos!


Jose María Fedriani.


Gracias por este alentador poema, Jose María. Muchas gracias.

Hay mil historias que contar de este intenso día en la feria del libro... cuando tengamos las fotos creo que no podré evitar lanzarme a contar algo después de haber vivido una jornada tan abrumadora y llena de compañía.

Besos y gracias a todos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Caricias fértiles desde el centro del abismo

.
A la vida le traigo

-entre otras muchas cosas-

caricias de lámina,

algo así como sangre descolgada,

vendavales escritos en poderosas noches de extrañeza,

testimonios que el viento acurruca en tus rincones,

vestigios de un presente desplegado en encuentros.


A la mujer le traigo

-entre otras muchas cosas-

mi semilla,

a aquella que me elija y quiera siembra

sólo he de devolverle con un gesto el milagro

el mismo milagro de saber estar solos

para poder seguir acompañándonos.


Felipe B.

Dos voces sobre los espejos

.
Si bebes del espejo del agua conocerás tu sed.

* * *

Ningún espejo te conoce pero no por eso has de romperlo.


Felipe B.

lunes, 10 de mayo de 2010

Crónica del capital

Lo importante, capital

es no morirse

mientras se comen coles que saben a pescado

y pescado que sabe a coles

en un comedor que parece

un crematorio industrial

eso sí, a 3,50.

Lo importante, capitán

-en ese comedor-

es que desde otra mesa te mire la chica

y sentirte hermoso

y al rato ridículo

porque jamás la follarás

en el coche de su padre.

Lo importante, capital

es escalar la pirámide

culo arriba como puedas

y tener la suerte de

hacer que haces algo

y que tu jefe –que también hace que hace-

lo vea.

Lo importante, capitán

es sonreír en las fotos

y ser acicaladamente feliz

y hablar de los marginales

que no lo son

y que tu amigo –que también sonríe en las fotos-

lo vea.

Lo importante, capital

es hacer que estas muerto

mientras los demás hacen que están

en el velatorio de tu vida

cuánto valor pierden las lágrimas

si todos lloran, qué largo este día

qué corto mi entierro.

Lo importante, capitán

es llegar a casa

con los sueños de sueldo mínimo

con lágrimas de ocho horas al día

presto a atrapar con mis negros pulmones

todo el aire de tu boca

y volver a empezar.

domingo, 9 de mayo de 2010

aina libe en la feria del libro de sevilla 2010

aina libe estará firmando libros el Viernes 14 de Mayo a las 20h, en la caseta número 8, La Fuga Librerías, en Plaza San Francisco. A eso de las 19h hemos quedado en el Ayuntamiento para preparar una sorpresa cerca de allí. Esperamos veros.

sábado, 8 de mayo de 2010

heinrich roller strasse 31

cuando li wu sacó el billete de cinco euros con el que pagaría una bolsa de manzanas, un tetra brick de leche y un paquete de pastillas avecrem, que era, esto último, lo que verdaderamente le llevó al dia de la esquina, reparó, decía, en el gesto taciturno y mecánico, también fugaz e indolente, sobre todo indolente, de raquel, la nueva cajera. desde que llegó de haikou con su hijo de cuatro años, el febrero pasado, no se había fijado en ninguna chica. el recuerdo le pesaba demasiado, wei chi le seguía susurrando canciones al oído cada noche y se resistía a olvidarla, aunque ella le hizo prometer, en la misma cama del hospital, que volvería a empezar de nuevo. aquella promesa, aquellos ojos de wei chi a punto de cerrarse para siempre, abrieron la puerta del compartimento c de un buque de carga, nauseabundo y paralítico, con rumbo a europa, la maleta decimonónica del abuelo agarrada con fuerza en una mano y con la otra la menuda del pequeño, abrazado a un diccionario de español-chino mandarín, chino mandarín-español, que compraron en el muelle, justo antes de embarcar, cuando descubrieron que en barcelona descansarían los esqueletos de unos contenedores apilados como un tetrix en el vientre del mercante. li wu le repetía a su hijo que gracias y por favor eran palabras mágicas que abrían muchas puertas en la vida, así que éstas fueron las primeras expresiones que memorizaron, a pesar de las erres. el resto de las lecciones las aprendieron sobre el terreno, cuando viajaron al sur, donde aguardaba un trabajo en el almacén de un familiar de un familiar de un tío lejano, aquí en sevilla, en el mismo barrio de rochelambert, cerca del dia de la esquina, donde está raquel devolviéndole la vuelta de cinco euros. li wu la mira, sonríe, le pide al pequeño li, ahora joseli en la guardería, que meta las cosas en la bolsa, y corrige su cortesía automática para despedirse con un adiós, guapa, sin erres de por medio y recordando los misiles linguísticos desde la ventana de miguel, el vecino del bajo izquierda que le enseña a cocinar lentejas con chorizo, también un poco de idiosincrasia personal, ahora que está jubilado y josefina se fue, como wei chi. suya fue la idea de llamar joseli al niño, también la de llevarlo a ver la cofradía del cerro del águila en semana santa, para que se fuera adaptando a los ídolos locales. li wu pidió el día libre para acompañarlos y llenó de preguntas la cabeza de miguel. también de recuerdos cada vez que un nazareno dejaba un caramelo en las manos de un niño.


javier m.

jueves, 6 de mayo de 2010

swine flu @ the foundry



Charly Vargas sigue haciendo de las suyas en Londres. Ahora propone una expo-pegada en la sala swine flu @ the foundry algo así como "la gripe porcina y la fundición". Allí me llevó en el otoño de 2007 para escuchar poesía. No me enteré de mucho la verdad, sin embargo aún no he podido olvidar el monólogo del banana men in banana planet.
Un abrazo Charli, sigue pegando.

lunes, 3 de mayo de 2010

DOLOR Y PLACER (ACEPTACIÓN)

DOLOR Y PLACER de conocerme

DOLOR Y PLACER de caminar solo

de mirar la vida tal y como es, de estar contento

de seguir vivo

DOLOR Y PLACER al dar un paso y luego otro y otro y otro

DOLOR Y PLACER de subir toldos, de coger trenes

DOLOR Y PLACER de decidir, de comer fruta, de llevar gafas

DOLOR Y PLACER de ser yo mismo después de tanto tiempo

DOLOR Y PLACER de estar escrito, de aire dentro,

DOLOR Y PLACER de estómago, de viento, de RUEDAS, dolor y placer de ruedas

DOLOR Y PLACER de verlo claro

DOLOR Y PLACER de saludo, de despedida

DOLOR Y PLACER de llaves, de quererme

DOLOR Y PLACER de sol, de brisa, de primavera

DOLOR Y PLACER de puertas, de nido, de fuerza vulnerable

DOLOR Y PLACER de no estar tan solo

DOLOR Y PLACER de ropa, de tráfico, de mala escuela

DOLOR Y PLACER de tí, de nuestro tiempo

DOLOR Y PLACER AHORA por cómo están las cosas

DOLOR Y PLACER de respirar sin previo aviso, de vomitar tejados

DOLOR Y PLACER de espacio

DOLOR Y PLACER de ser pensado, de nombres de calles, de terrazas

DOLOR Y PLACER de repetirlo

DOLOR Y PLACER y AHORA MÁS VIDA


Felipe B.

domingo, 2 de mayo de 2010

alanís en el chasis ventricular













gracias y gracias. no podíamos esperar una jornada tan cargada de emociones y con tantos brazos abiertos, tantos descubrimientos y tanta poesía en minúscula, de esa que te hace cosquilla sin que la esperes, sin que llame a la puerta, atravesando de parte a parte, como una caricia, lo que almacenamos dentro del corazón.

Nos sentó bien inhalar alanís.

sábado, 1 de mayo de 2010

No sé escribir este poema

.
No sé escribir este poema.

Lo que quiero decir no sé decirlo.

Por mucho que te empeñes

en buscarle algún sentido

o en entender acaso lo que dice

no hallarás en él

ni una sola entre línea

ni una sola señal de lo que pasa

porque este poema no sé escribirlo

porque cada intento es un latido

que muere en el intento.


Felipe B.

Bodegón desnudo (arte comestible hacia el interior)

.
Pies de piña

con dedos de azúcar

piernas de tomate

caderas de pan tierno

sexo de aceite

con vellos de orégano

vientre de chocolate

manos de cerveza

con dedos de espuma

brazos de fruto seco


espalda de lechuga

culo de naranja

tetas de queso fresco

cuello de pera de agua

ojos de uva, de uva,

de uva, de uva,

boca de gelatina

lengua de manzana


y debajo del festín





Felipe B.