A Berta (y por extensión a toda la familia De la Cerda Haynes)

.
Por las cerdas abiertas de este pincel
-casi por ciencia infusa- se derraman
estos tímidos signos de tinta,
estos humildes trazos
que manchan sobre la marcha
el comienzo del tembloroso lienzo
que agradece (ya valiente y a caballo
entre el séptimo y el noveno verso)
la invitación a este entrañable ágape.

Hay nescientes saberes que se ocupan
(sin descanso) del tacto y la mirada,
como coleccionando vuelos de cometas
lanzadas en playas al galope,
para fijar el flujo desgarrador
de un tierno abrazo imposible
que navega por los rápidos (no tan rápidos)
de un suave y elástico río
fertilizado por la piel de tus sueños.


Felipe B.