Estamos empantanados:
Repintando las maderas podridas de un barco a punto de naufragar.
No podemos contentarnos con la idea de que, al naturalismo sentimental de la poesía de anteayer, le tenga que suceder hoy o el realismo ingenuo de quien muestra sólo lo evidente previsible, o el apunte metafísico de quien vive –como clase– entre algodones, o esa poesía académica tan ideológicamente impecable que ha perdido por completo el contacto real con los hombres y mujeres de su tiempo.
Sobre los restos agotados de un pavo real urbano, se miran inmóviles –y completamente inútiles– cangrejos, lirones y búhos.
Dos palmos más abajo, removiendo el subsuelo, las lombrices de tierra mientras tanto trabajamos.
El amor, la ira. Enrique Falcón.
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jueves, 24 de marzo de 2011
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1 comentario:
Qué buena pinta..no??
Tendré que bichearlo un poco a ver que me encuentro.
Un beso muy grande, compañero.
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