Deseos compartidos en estirones

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Hay deseos que se recortan con tijeras que nos marcan el camino por líneas discontinuas. Tras recorrer placeres y encarar el dolor de lo inasible, nos empeñamos en doblar la carne por puntos aislados y componemos nuestro collage de cuerpos: ilusiones tomadas de esos seres que nos traspasan y a los que traspasamos, inmersos a menudo en nuestro propio sueño intransferible, pero siempre con la verdad en los ojos.

Profundos cortes señalan hondas heridas, inevitables divisiones en la marcha. Es de aquí de donde se sacan fuerzas para unirse y amar -amarse- sin condiciones. No podemos evitarlo, a menos que aprendamos -que sigamos aprendiendo- quiénes somos realmente y que la empatía vaya a la par del tiempo y nos alivie sonreír y llorar sabedores de pertenecer al mismo bando.

Es bueno tener algún enemigo cerca. Pero ese no es nuestro caso, ni el mío para conmigo. Se trata de crecer.