.
El rostro del amor pasa factura
con la firma de siempre: ciertos ojos
encajados en nubes de hermosura
que vinieron a hincharse de ternura
reciclando el horror de los despojos
con su letra pequeña y su locura.
Está firme la arruga, tiembla el pulso
cuando agacha su altura lo sublime
y algo torpe registra lo convulso
como si fuera dueño de su impulso
esa mano que en cláusulas redime
a lo cierto de ser casi basura.
Felipe B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario