Una noche de luna grasienta bajo el mismo sonajero cruel de siempre mi hueso viajero se lanzó a la calima insomne de lo desconocido guiado por un susurro atronador de árboles enredados. A través de la carne impenetrable mi barco descosido llegó a la orilla náufraga. Tras un trueno apagado y una pluma difícil miré con transparente ironía un cielo lascivo. Tuve un despertar indeciso: sentí que mi fuego seguía prisionero y un coro deprimido cantó un bolero de ilustre sangre sobre las caderas angustiosas de este mundo imposible.
---
En tu mapa estancado robas primaveras
con tu corazón dando portazos.
Ayer es hace un rato en tu minuto de agua
La ciudad pasa, la amistad está en el camino
La soledad en la manos
El deseo como un elefante que viste una camisa débil
Das un trago inhóspito con tus ojos de vuelta
Me regalas un pájaro y te cambio mi humo
por tu cansancio en lucha
y tu miedo inerme.
---
Inmerso en la despierta oscuridad
camino sobre mis pies sin rastro
hacia la piedra que amanece en la frontera
que huye. Montaña pasajera
pasajero inmóvil
viaje sin nombre
nombre sin hijo
en la casa dentro del agua pernocto en belleza de nadie
nada en la multitud
un vínculo de nudos
una cuerda sin extremos
al beber de esta fuente lúcida
afronto el límite
y enfermo.
Felipe Bollaín
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario